Los créditos de carbono azul generados por el proyecto de conservación de manglares en Cispatá, Córdoba, alcanzaron un valor de 40 dólares por tonelada en el mercado internacional. La iniciativa, desarrollada en conjunto con Conservación Internacional, demuestra el potencial de los ecosistemas costeros para la generación de ingresos a través de mecanismos de compensación ambiental.
“Siempre hay capital, los europeos, los americanos, los fondos de inversión privados están buscando proyectos que les permitan compensar sus emisiones y poder hacer inversiones y comprar o comercializar los créditos”, explicó Carlos Eduardo Correa, exministro de Ambiente, durante el primer Summit de Economía Verde realizado en Montería.
El proyecto Vida Manglar en Cispatá se ha convertido en un modelo de referencia para la implementación de estrategias de carbono azul en Colombia. La iniciativa combina la conservación del ecosistema manglárico con la generación de beneficios económicos para las comunidades locales a través de la venta de bonos de carbono.
La comercialización de estos créditos representa una oportunidad para la región, considerando que los inversionistas internacionales buscan activamente proyectos de compensación ambiental en mercados emergentes. El valor alcanzado por los bonos refleja la calidad del proyecto y la creciente demanda global por créditos de carbono verificables.
El esquema de bonos de carbono azul permite monetizar los servicios ambientales prestados por los manglares, incluyendo su capacidad para capturar y almacenar carbono, además de otros beneficios como la protección costera y el mantenimiento de la biodiversidad.
De acuerdo con el exministro de Ambiente, Carlos Correa, esta experiencia exitosa en Cispatá abre camino para el desarrollo de proyectos similares en otras zonas costeras del país, “contribuyendo a la conservación de ecosistemas estratégicos mientras se generan alternativas económicas sostenibles para las comunidades locales”.