Neis Mármol es oriunda del municipio de Puerto Escondido, y hace seis años se fue para Venezuela, con la esperanza de conseguir recursos para construir su casa propia y ayudar a su familia.
En esa época, todavía estaban permitidas las remesas a familiares y el pago a las empleadas del servicio en el vecino país era bueno.
Sin embargo hace pocos días, unos guardias venezolanos, la retuvieron, mientras hacía una larga fila para poder comprar azúcar, y al descubrir que no tenía papeles, la enviaron de regreso al país: “me vine sin nada, no me dejaron ni sacar los corotos (televisor, nevera, cama), solo pude sacar a mi niña de siete años, y llegué peor que cuando me fui”, dijo con voz entrecortada.
Neis trabajó como empleada doméstica, con un salario de 10 mil Bolívares mensuales, lo que le ayudó a adecuar poco a poco su hogar, y solventar su manutención y la de su pequeña hija en ese país.
Afirma que no entiende por qué el Gobierno vecino se ha ensañado con los Colombianos , dice que están deportando “desde hace rato”, pues a un sobrino lo enviaron de vuelta desde el año pasado y que ahora la situación se ha empeorado, por eso clama que tanto ella, como los casi mil deportados hasta la fecha, no sean olvidados por las autoridades colombianas.
“Yo no sé qué le pasa a Maduro con los Colombianos, nos sacaron a patadas y no hemos hecho nada, sólo porque les da la gana de dejarnos sin trabajo y mandarnos con las manos vacías”, expresó.
Reitera que la escasez que se vive en Venezuela es tremenda y que lastimosamente ese Gobierno se dedica a querer tapar esa realidad,” la verdad es que en Venezuela sí se está pasando trabajo, todo es cola, y además a los colombianos no nos quieren allá”.
Todo cambió desde el momento en que se agudizó la crisis, se prohibieron las remesas familiares, por lo que no pudo enviar el dinero que “al cambio” en ese entonces, ayudaba a sus familiares en su pueblo, los productos empezaron a escasear y las filas para comprarlos a largarse cada día más.
Precisamente en una de esas filas, su sueño acabó y empezó su pesadilla, fue deportada por el Gobierno Venezolano, y ahora pide al Gobierno Colombiano, a las autoridades locales y departamentales, que la ayuden “a volver a empezar”.