Por: Mario Sánchez Arteaga.
En la mitad de la década de los ochenta surgió en la ciudad de Montería un movimiento cultural que revolucionó las artes escénicas en colegios y universidades.
Cada agosto llegaba cargado de títeres, marionetas, danzas, música e historias que se plasmaban en los escenarios de las tablas y conquistaban mentes hastiadas de la violencia suscitada de la época. Desde el costumbrismo cargado de humor del Compae Goyo hasta los clásicos de William Shakespeare hacían parte de las puestas en escena que cientos de jóvenes y adultos gozaban del festival de teatro de Comfacor.
Una iniciativa que surgió gracias a mentes inquietas como Miguel Angel Gambín, William Brau, Ángel Villadiego y Ernesto Pérez. Todos estos amantes acérrimos del arte dramático.
El festival de teatro del Centro Educativo Comfacor no duró más de 10 años, tuvo vida corta como evento, pero larga vida intangiblemente. A raíz de la afluencia y burbuja artística que se derivó de allí, muchos colegios de municipios del departamento de Córdoba crearon sus propios grupos de Teatro, permitiendo así mayor participación regional y generando empleo a los hacedores de este arte.
Participaron grupos a nivel nacional, procedentes de Cartagena, Barranquilla, Medellín entre otras ciudades. Comedias, musicales, dramas con temáticas que tenían un coctel de temas que iban desde la historia a la actualidad. Por supuesto la política no podía faltar. Era una colorida fiesta que duraba toda una semana, se suspendían las clases para deleitarnos con actuaciones, escenografías, sonidos, era un espectáculo que de seguro dejó enseñanzas y sensibilidad a la cultura en esa generación de estudiantes.
La caja de Compensación Familiar de Córdoba dejó de financiar el festival y desde entonces ninguna entidad privada o estatal asumió el reto. Es que hacer teatro es costoso! También desgastante. No hay nada más complejo que poner a volar la creatividad e imaginación y plasmarla ordenadamente, luego llevarla a la puesta en escena; pero ahí se derivan una serie de herramientas técnicas y materiales a parte del recurso humano.
El festival de Comfacor permitió que emergieran talentos locales que son los que hoy día han permito que este arte no muera en la ciudad. El maestro Gambín “El Decano” del teatro como muchos le reconocen siguió con su grupo Manexca, lograron tener sala propia con presentaciones periódicas. Surgieron de allí otros proyectos independientes como Fundación Gestos, con Dagoberto Soto y Hernán Hernández, que en la actualidad son ejemplo de organización y disciplina; han ganado convocatorias ante el Ministerio de Cultura y esto les ha permitido tener una pequeña sala donde todos los jueves hay presentaciones.
Franklin Fernández Triviño con el Teatro universitario también ha incentivado la magia de este arte entre los jóvenes. Las universidades son piezas fundamentales para que desde sus claustros se siga abriendo el telón. Ni que decir de la incansable labor de Rodrigo Padilla, representante de teatreros ante el Consejo Departamental de Cultura.
Por temas económicos y falta de apoyo de los entes gubernamentales, han brotado otras alternativas como “los monólogos” y el “stand up comedy”, una obra teatral donde participa el actor en interacción constante con el público. Y es aquí donde muchos se han reinventado como es el caso del actor loriquero Yugui López Peralta, quien después de participar en innumerables telenovelas en Venezuela, Cine Latino y obras en grandes teatros de Caracas, viene presentando en esta nueva modalidad teatral la obra de David Sánchez Juliao, fuera y dentro del departamento de Córdoba.
Para nadie es desconocido que Montería pasó de ser un pueblo grande a ciudad intermedia, reconocida por su organización urbanística, encaminada a ser una biociudad, y con una agenda cultural donde mira de lejos al teatro, sabe que existe, pero no lo vincula, solo pañitos de agua tibia con eventos selectivamente para algunos hacedores de este fabuloso arte. Ya es hora que la ciudad tenga un gran festival de teatro anual, hay suficiente talento para hacerlo; con apoyo de la Alcaldía y la Gobernación, donde se vinculen todos los grupos de teatro independientes e institucionales de la región.
El teatro en la capital de Córdoba no ha muerto, no está dormido, sigue vivo ¡Que se levante el telón y resuenen las tablas de una de las actividades artísticas y culturales más antiguas de la humanidad!
Posdata: Disculpas a todos los hacedores de teatro en Montería que no alcancé a mencionar. Lo importante es seguir firmes en la causa como los guerreros en la batalla de Cachirí.