El decreto presidencial que fija el salario mínimo en $2 millones con auxilio de transporte para 2026 generó fuertes reacciones de rechazo entre sectores de oposición, que calificaron la medida de populista y compararon al gobierno con el modelo venezolano.
El representante Andrés Forero, del Centro Democrático, fue uno de los primeros en pronunciarse. Forero señaló que las centrales obreras pidieron un incremento del 16% del salario mínimo y cuestionó que el presidente anunciara un aumento superior al 23%.
“Por cálculo electoral actúa de forma populista, sin atender los efectos en materia de inflación, informalidad y desempleo. Petro es Chávez”, afirmó el congresista.
La congresista Katherine Miranda, del Partido Verde, también manifestó su rechazo a la decisión gubernamental. “Bienvenidos al chavismo colombiano. Populismo e irresponsabilidad en toda su expresión”, escribió la legisladora en sus redes sociales.
El senador Mauricio Gómez Amín advirtió sobre las consecuencias prácticas de la medida. Según el analista, el aumento del 23% carece de sustento técnico y se traducirá en inflación, quiebras y menos oportunidades laborales.
“El aumento del salario mínimo del 23% no puede ser una bandera política. Sin sustento técnico, se traduce en inflación, quiebras y menos oportunidades laborales. El populismo económico siempre pasa factura. Que sea Dios quien tome el control de Colombia”, expresó Gómez Amín.
La senadora María Fernanda Cabal estableció una comparación directa con el modelo económico venezolano. Según la congresista, el país ya vivió esta experiencia con Chávez: aumentos nominales que destruyen el poder adquisitivo, cierran empresas y empujan a la informalidad.
“Esto ya lo vivimos con Chávez: aumentos nominales que destruyen el poder adquisitivo, cierran empresas y empujan a la informalidad. Populismo que nos saldrá muy caro”, señaló Cabal.
El exsenador Gabriel Vallejo Chujfi citó dos frases para cuestionar el modelo de gobierno. La primera, relacionada con el Sahara: “Si pones comunistas a cargo del desierto del Sahara, en cinco años habrá escasez de arena”. La segunda, de Winston Churchill: “El socialismo es la filosofía del fracaso, el credo a la ignorancia y la prédica a la envidia; su virtud inherente es la distribución igualitaria de la miseria”.
Daniel Briceño, concejal de Bogotá, responsabilizó directamente al gobierno por las consecuencias del decreto. Según Briceño, el aumento irresponsable del 23% debe ser asumido por los políticos.
“El aumento irresponsable del 23% del salario mínimo decretado por Petro debe ser asumido por los políticos. El próximo gobierno debe generar un recorte burocrático y acabar el derroche para darle paso a una gran reducción de impuestos a las empresas que compense el alza”, manifestó.
Juan Manuel Galán alertó sobre el impacto inmediato que tendrá el aumento. Según el político, desde el 1 de enero comienza el golpe al bolsillo con incrementos en SOAT, matrículas educativas, transporte público, peajes y cuotas moderadoras.
“Sube el salario mínimo, pero también sube todo lo demás. Y quienes viven en la informalidad, pagan más sin ganar más”, advirtió Galán.
El exministro y precandidato presidencial Juan Carlos Pinzón señaló que el aumento puede sonar bien, pero en realidad pone en riesgo el empleo formal de millones de colombianos. Con una informalidad que ya supera el 55%, esta decisión podría empujar a más personas a la precariedad.
“Colombia necesita más empleo formal, no más improvisación. Porque mereces algo mejor”, concluyó Pinzón.
