Un taller improvisado en una habitación de su casa del barrio Holanda en Montería, es el espacio de creación de Juan Marín Sánchez, un periodista de profesión y artista autodidacta que se convirtió en maestro del cartón y dedica sus días a reconstruir, centímetro a centímetro, la ciudad que ha obsesionado a la humanidad durante milenios.
A Juan Marín le bastó solo un trozo de cartón desechado, de esos que envuelven pudines y pasteles, para comenzar a construir su propia versión de la Ciudad Santa.
Con la precisión de un cirujano, ha logrado reproducir los sitios más representativos de Jerusalén, la ciudad donde las tres religiones monoteístas se disputan los espacios sagrados en un kilómetro cuadrado de historia.
Sus manos, curtidas por tres décadas de cortar y moldear cartón, danzan sobre las minúsculas cúpulas doradas de una Jerusalén que emerge, como un espejismo, desde las entrañas de cajas recicladas.
La Cúpula de la Roca se eleva majestuosa, con sus detalles dorados reproducidos en cartón pintado a mano, mientras que el Santo Sepulcro y el Muro de las Lamentaciones se observan a lo lejos.
Su pasión por los dioramas comenzó hace 30 años, cuando el destino lo acercó a una familia judía que le abrió las puertas a un mundo que hasta entonces le resultaba tan lejano como Estambul o Roma.
Juan Marín recuerda que, en su natal Maracaibo, Venezuela, un familiar que llegó de Tel Aviv le regaló unos portavasos con imágenes de la Torre de David y el Muro de las Lamentaciones.
Aquellos pequeños souvenirs despertaron en él una fascinación que lo llevaría a emprender su obra más ambiciosa: el diorama de Ciudad Santa.
“El miniaturismo mágico”, como él mismo ha bautizado a su técnica, le permite recrear la ciudad a escala 1:250, donde cada detalle, aunque no sea exactamente igual al original, transmite la esencia de lo real.
En su Jerusalén de cartón, las callejuelas empedradas se entrelazan con escalinatas que respetan la topografía original, mientras que la Vía Dolorosa serpentea hasta el Santo Sepulcro, testimonio mudo del camino que recorrió Jesús cargando la cruz.
Cada piedra, cada grieta histórica, ha sido reproducida con la meticulosidad de un relojero suizo, aunque sus herramientas sean apenas un bisturí gastado y pegamento casero, vinilo y miles de horas dedicadas.
Con la paciencia de un monje, Marín Sánchez ha dedicado año y medio a dar vida a esta ciudad en miniatura. Cada noche se sumergía en su taller improvisado donde el cartón gris, ese mismo que la gente descarta sin pensarlo dos veces, se transforma bajo sus manos en cúpulas doradas, minaretes esbeltos y antiguas murallas.
“Google Earth me mostró sus límites”, confiesa mientras señala los detalles de su obra. A diferencia de París o Nueva York, Jerusalén se resiste a revelar sus secretos en el mundo digital debido a su condición de zona en conflicto. Esta limitación, sin embargo, no ha hecho más que alimentar su creatividad para interpretar los espacios vedados.
En su maqueta conviven, como en la ciudad real, los cuatro barrios históricos: el cristiano, el musulmán, el armenio y el judío. La explanada de las mezquitas corona la obra con la icónica Cúpula de la Roca, mientras que, en el Valle del Cedrón, donde según las escrituras ocurrirá el Juicio Final, se pueden distinguir las tumbas de Zacarías y Absalón, talladas con precisión microscópica.
Este artesano autodidacta, que comenzó su romance con el cartón construyendo réplicas del auto de Meteoro cuando era niño, ha conseguido que su pasión trascienda lo meramente arquitectónico para convertirse en un puente entre culturas.
Pero su creatividad no se limitó a plasmar a Jerusalén, usando cartón también realiza modelos a escala de helicópteros y aviones de combate y fachadas de casas coloniales que exhibe con orgullo.
Su Jerusalén de cartón, nacida de materiales descartados y alimentada por años de investigación y dedicación, es un testimonio de cómo el arte puede transformar lo mundano en extraordinario, y de cómo las manos de un hombre pueden recrear, a su manera, una ciudad que sigue siendo el centro espiritual de medio mundo.