Canethia Miller, una mujer de 27 años, recibió 11.000 dólares del gobierno estadounidense en un programa de apoyo a familias de escasos recursos. Aprovechando que el dinero le fue entregado en un solo pago, decidió gastarlo en un viaje a Miami.
Durante las vacaciones, Miller compró ropa nueva para sus hijos, gastó 180 dólares en un cambio de imagen de cabello y uñas, y disfrutó de cenas, nuevos aparatos y juguetes para los niños. También realizó un recorrido en barco por algunas de las mansiones más caras de la ciudad.
La mujer justificó sus gastos diciendo que quería inspirar a sus hijos y enseñarles que, con esfuerzo, podrían permitirse lujos como una mansión. Después de agotar el dinero en el viaje, Miller afirmó que necesitaba el subsidio debido a las dificultades financieras tras el nacimiento de su tercer hijo en 2022.
A pesar de las críticas, Miller está lista para comenzar un nuevo trabajo remoto que paga 30 dólares por hora, atribuyendo la oportunidad a la confianza ganada en el programa. Su historia ha generado debate sobre el uso adecuado de los subsidios y la responsabilidad financiera.