Yo adoctrino, tú adoctrinas, todos adoctrinamos

Por: Róbinson Elias Nájera Galvis
3 años atrás

Jairo Buelvas es un docente de Chinú- Córdoba que tiene 65 años de edad y 45 de estar batallando en la docencia, un mundo a veces grato y otras no tanto, pero a este hombre que combina la dureza del trabajo con la dulzura de la poesía, no se le nota el desgaste de los años por ningún lado, pues le sobra tiempo para soñar que a pesar de todo, aún es posible la dignificación del maestro y de la educación, porque en no pocas ocasiones los estudiantes tienen que recibir algo tan sagrado como la enseñanza en condiciones lamentables, debido a que muchos de estos que ahora lo acusan de crear odio, se roban la plata destinada a las escuelas.

Conozco a Jairo a través de la complicidad de la literatura y la docencia, por tal motivo meto la mano al fuego para testificar que la fraternidad que este hombre despliega a cada paso, no le permite odiar a nadie. Todo es al revés, en realidad, los que odian son estas personas que ponen en riesgo la vida de un profesional íntegro qué en su tiempo libre, ha dedicado su existencia a causas nobles como la alfabetización de amas de casa y su entusiasmo al crear con otros quijotes, la Corporación Encuentro Nacional de Declamadores y Poetas, y por supuesto, al sindicalismo, algo totalmente legal, institucionalizado en Colombia mediante Ley 83 de 1.931.

En la actual contienda política por la Presidencia de la República, en que el candidato de izquierda lidera todas las encuestas, la clase política que en cierta forma presiente el riesgo de perder su hegemonía en el poder, ha comenzado a tomar al docente, generador de conciencia, como una especie de sal en el ojo, es así como en el momento de redactar esta columna se denunciaba a otro educador como “adoctrinador”, esta vez fue Vicente González Alba de la Institución Educativa El Nacional de Sahagún, un profesor de Ciencias Sociales, honesto y guerrero que entre una de sus batallas está la de concientizar a las personas para que no vendan el voto.

La labor del docente es enseñar matemáticas, lenguaje, sociales, dicen muchos, pero eso no es tan cierto, la misión de la escuela es educar para la vida, y allí entra lo social, lo cívico y hasta lo político y en cualquiera de esos campos el docente posee la facultad para orientar y encauzar, sin embargo, los que pertenecen a esta clase de gobernantes que tienen a los niños sin recursos pedagógicos, mal alimentados y en escuelas destartaladas, trabajando con tizas y tablero en pleno Siglo XXI porque el dinero para tecnología se lo llevó el viento, quieren mantener al docente con la boca cerrada so pena de acusarlo de adoctrinador, agitador y practicante del odio

Según la Real Academia Española, ADOCTRINAR significa “Inculcar a alguien determinadas ideas o creencias”. En ese sentido, los sacerdotes adoctrinan, los padres, tíos, hermanos mayores y demás adoctrinan, es decir, todos adoctrinamos porque todos queremos que nuestros hijos y los niños que pasan por nuestras vidas, en cierta forma, sigan nuestros pasos. Más grave me parece que el presidente y muchos gobernadores, alcaldes y secretarios de educación, además de adoctrinar, participen abiertamente en política y hasta compren voto como si nada, pero como al perro más flaco es al que se le pegan las pulgas…

En una columna anterior, invitaba a no hablar de política, porque hace algún tiempo también fui objeto de ciertas amenazas por el solo pecado de escribir, pues en Colombia este tema se está volviendo demasiado complicado, pero entre la cobardía y el apoyo a Jairo Buelvas y Vicente González, dos docentes amigos a los que considero profesionales con entereza moral y excelentes personas, suelto nuevamente la pluma al aire, a sabiendas de lo que sufren nuestras familias cuando tenemos la mala cabeza de tirárnosla de héroes en un “País de M…”