Opinión|Renovación Ahora más que nunca

El Partido Liberal atraviesa  por una crisis prolongada, que se remonta al Frente Nacional, pero que se agravó en los 80 y 90 cuando algunos de sus miembros se aliaron con el narcotráfico, el paramilitarismo y hasta se vieron involucrados en el crimen de mi padre. Lo que ocurre hoy, es una consecuencia de esa erosión paulatina de la confianza y la credibilidad que no hemos podido recuperar y que se refleja en la pérdida de apoyo en las urnas.  La declaración de ilegalidad de sus estatutos por violar el  principio de la moralidad administrativa, el cuestionamiento de los avales
9 años atrás

Por: Juan Manuel Galán - Senador de La República
Por: Juan Manuel Galán – Senador de La República

El Partido Liberal atraviesa  por una crisis prolongada, que se remonta al Frente Nacional, pero que se agravó en los 80 y 90 cuando algunos de sus miembros se aliaron con el narcotráfico, el paramilitarismo y hasta se vieron involucrados en el crimen de mi padre.

Lo que ocurre hoy, es una consecuencia de esa erosión paulatina de la confianza y la credibilidad que no hemos podido recuperar y que se refleja en la pérdida de apoyo en las urnas.  La declaración de ilegalidad de sus estatutos por violar el  principio de la moralidad administrativa, el cuestionamiento de los avales entregados en regiones y la renuncia de importantes líderes; envían un mensaje de urgencia para actuar, y corregir el rumbo.

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Es necesario iniciar un proceso de depuración en nuestra política regional y nacional. Para eso, el liberalismo no puede caer en la escogencia de candidatos tipo franquicia, que solo buscan un aval cualquiera sin ningún compromiso ético ni de ideología.

Las élites regionales tampoco pueden aislarse y evadir la responsabilidad de contribuir en la formación de la vocación de nuevas generaciones que entiendan la actividad política local como un servicio público esencial.

El reciente fallo del Consejo de Estado en el que se revocaron los estatutos de la colectividad, deslegitimó a la dirección del partido y generó una inseguridad jurídica que provoca divisiones en la escogencia de candidatos para las elecciones de octubre.

En el fallo, se afirma que los estatutos se hicieron sin consultar y que las bases sociales y las minorías, no influyeron en las deliberaciones del partido. Sumado a esto, la dirección nacional colegiada toma decisiones como juez y parte. Siempre he defendido la jefatura única como institución para actuar de acuerdo al interés nacional del liberalismo, con plena independencia y responsabilidad política.

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La renuncia de Alejandro Galvis Ramírez al Partido Liberal y sus cuestionamientos por la entrega del aval a la Gobernación de Santander no deben ser descalificados ni desatendidos. Todo lo contrario, merecen por lo menos ser analizados por todos los liberales, no solo por el altísimo valor que tiene Alejandro Galvis para el liberalismo santandereano y nacional sino por los ideales que ha representado Vanguardia, y con los que el Partido debe contar si quiere tener futuro.

Las repuestas entregadas por la dirección del partido, dejan un sinsabor en sus miembros y generan divisiones internas entre quienes creemos que el liberalismo debe liderar un proceso de transformación de las costumbres políticas y aquellos que solo buscan el poder como un fin para servirse y no como un instrumento de servicio.

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Es urgente refundar el Partido Liberal, reconciliándolo con el liberalismo que cada vez encuentra menos espacio en su Partido natural. La única fórmula para que los partidos cumplan su papel como institución en la democracia e interpreten la demanda ciudadana, es a través de la renovación en el sentido más amplio de la palabra.