Montería.El pueblo se volcó, sus colegas políticos se descargaron en elogios para él, su familia en medio del dolor por anticipar su partida de este mundo, se sintió orgullosa de tener un líder ejemplar y servicial.
Primero fue la clínica donde falleció, luego la funeraria donde lo velaban, posteriormente el recinto de la Asamblea de Córdoba, horas más tarde, la Catedral San Jerónimo de Montería, donde ofuscaron su misa por el descanso eterno, y finalmente el cementerio donde descansa en paz.
Ese fue el periplo de llanto, dolor, tristeza, melancolía, impotencia, y hasta de sorpresa, de familiares, amigos y conocidos que acompañaron las honras fúnebres del diputado liberal, Guillermo Enrique Corrales Díaz.
La noticia se regó como pólvora, nadie lo podía creer, pero era cierto. Uno de los líderes más populares de Córdoba, se iba de este mundo en un sorpresivo ataque cardiorespiratorio.
El ‘Guillo’ Corrales, como fue conocido y será recordado siempre, el diputado liberal, hubiese querido estar vivo para conocer que tan popular era y el afecto que la gente le guardaba.
En Cámara Ardiente
A las dos de la tarde, y luego de permanecer en la funeraria Los Olivos de la ciudad de Montería, el cuerpo sin vida del dirigente político, fue llevado al recinto que lo vio trabajar durante más de una década, la Asamblea de Córdoba.
En cámara ardiente estuvo en el recinto de los debates del departamento de Córdoba. En medio de discursos, reconocimientos y palabras de dos de sus tres hijos, el féretro donde reposaba el cuerpo sin vida de Guillermo Corrales, fue llevado hasta la Catedral San Jerónimo de Montería.
Luego de oficiarse la misa, llegó el momento final, desesperante y que desprende gritos, llantos y dolor, la conducción al cementerio y su entrada a la bóveda donde luego de sellarla, solo queda decir, ” Adiós, Guillermo Corrales, el diputado amigo”.