Lecciones de la consulta anticorrupción para el Caribe

Por: Mario Ruiz Soto


Hace una semana, 11,6 millones de colombianos participaron en la consulta anticorrupción. No pasó el umbral requerido, y algunos lo han calificado como una derrota. En mi opinión, no lo es. Destaco tres razones para decirlo. Primero, en la historia de Colombia, ningún presidente ha obtenido semejante votación. Segundo, los colombianos fueron a las urnas sin tener que ver maquinarias y tampoco ríos de dinero circulando. Esto es un avance para nuestra democracia. Por último, esta elección marca un claro y decisivo mensaje de la ciudadanía que le dice no a la corrupción.

De hecho, a partir de ésta, se estableció un pacto nacional en donde todos los partidos y movimientos políticos participan en la elaboración de reformas para combatir este flagelo, que serán presentadas en 15 días al Congreso. Esperemos que la Corporación responda a esta demanda ciudadana y esté a la altura de este momento.

Este es un inicio, pero no debemos bajar la guardia. Si bien hubo avances, también debemos ver cómo podemos mejorar. Por ello, propongo que analicemos la participación de la región Caribe en la consulta, como una lección para tomar decisiones a futuro. En estos comicios, no fuimos la región que hizo la diferencia, como lo hemos hecho en el pasado para elegir presidentes o tener una bancada numerosa en el Congreso. Digámoslo de esta manera: pudimos dar más en la consulta anticorrupción.

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Los siete departamentos de la región están dentro de los 15 que menos votaron el domingo pasado. En promedio, ocho de cada diez personas en el Caribe no participaron de la consulta. De hecho, hay nueve municipios de la región dentro del ranking de los 30 con mayor abstención, entre ellos: Uribia y Manaure (La Guajira); Chalán (Sucre); Puerto Escondido, Los Córdobas, San Carlos y Tuchín (Córdoba) y, Pueblo Viejo y Pedraza (Magdalena). En el mejor de los casos, en estos municipios, dejaron de votar nueve de cada diez personas registradas.

Si miramos las capitales de la región, hubo mayor participación que otros municipios, pero el panorama es de baja participación. Riohacha fue la tercera capital de Colombia que menos votó, y Montería la séptima. En ambas ciudades por ejemplo solo fueron a las urnas 2 de cada 10 personas.

La abstención es una alternativa, pero también es una decisión que tiene consecuencias. Voy a decirlo de este modo, hay personas interesadas en que no votemos. Así es, hay un corrupto que se alegra cuando no participamos. La apatía es lo que menos necesitamos ahora. Por el contrario, tenemos enormes retos en el Caribe que requieren de nuestra participación.

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Una muestra de ello son los resultados del índice de transparencia de las entidades públicas (ITEP) de 2015- 2016 realizado por la Corporación Transparencia por Colombia. Seis de las siete Gobernaciones del Caribe (La Guajira, Magdalena, Sucre, Córdoba, Bolívar y Cesar) están en riesgo alto o muy alto de corrupción. En suma, donde hay más riesgos de corrupción es donde hubo menos votos para la consulta. La peor parte la tiene el departamento de La Guajira.

Sumémosle a esto, otra variable. Según el DANE, dentro de los diez departamentos con mayor pobreza en Colombia hay seis del Caribe (La Guajira, Magdalena, Córdoba, Sucre, Cesar y Bolívar). Ahora también se puede decir, que donde hay más riesgos de corrupción y mayor pobreza, se presentó la menor votación en la consulta. No solo estamos viendo al ladrón robando nuestra casa, sino que, además, les entregamos las llaves. No podemos pasar por alto esta realidad.

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Martin Luther King, dijo “quien acepta el mal sin protestar en su contra, en realidad está cooperando con él”. Pues bien, el mal es la corrupción, y es el momento de protestar con más fuerza. Imagínense un Caribe donde la plata pública llega a su destino; donde su hermana pueda acceder a un cargo sin roscas; donde su abuelo reciba su programa social sin chantaje alguno; donde su hijo tenga una alimentación escolar adecuada; donde reduzcamos la pobreza de forma decisiva.

Todo esto es posible con un pacto del Caribe que les cierre la más mínima puerta a los corruptos. La lucha contra la pobreza y la desigualdad es más poderosa sin corrupción. Nunca nos conformemos con lo que tenemos. Esto implica ir a las urnas a cambiar el destino que no queremos, y, hacer una sanción social de actos corruptos que vemos día a día. No seamos el retrato de las causas perdidas. Seamos por el contrario el reflejo de nuestro empuje.