2018 entre Azul o Rojo

Opinión/ Por: Marcos Velásquez.


Opinión/ Por Marcos Velásquez.

COTIDIANIDADES

Este año, algunas personas cumplieron sus 70.  Para ellos y sus familiares, un año más de alegría.  No sé si los cumplimentados son conscientes de que al haber nacido en 1948, su imaginario ha estado inscrito en el matiz de la violencia.

Los pensamientos existen gracias a las palabras.  Estas nutren el pensamiento a través de lo que oímos, de lo que nos dicen, de lo que vemos, de lo que leemos, de lo que vivimos.  Las palabras que hacen existir nuestro pensamiento, son las encargadas de nuestra percepción.  Percibimos según lo que pensamos.

El mundo de nuestro imaginario se palpa a partir de lo que decimos de lo que percibimos, lo que también, la más de las veces, nos da una cuota de real en nuestro modo de sentir.

Si nos predisponemos a un sabor, por ejemplo, es porque algo en nuestra percepción nos indica que dicho sabor no nos va a gustar.  Ello viene de cómo, previo a la degustación del sabor, ya habíamos tenido contacto con palabras que no acompañaban con agrado el sabor.

También sucede que al no conocer nada sobre algo que nos ofrezcan para comer, como no existen palabras que nos permitan detonar las significaciones del sabor, al estar en “blanco”, nuestra capacidad de percibir es nula, lo que hace que la experiencia de degustar eso que vamos a probar, sea extrañamente temerosa.

Solo al probar podemos buscar en el “vademécum” de nuestras palabras, las que más se acerquen para decir a qué nos sabe lo que estamos degustando.

La palabra hace existir el pensamiento, el pensamiento hace existir la forma de percibir, ello, a partir de la experiencia de vida de cada quien.  Como estamos atravesados por el lenguaje, solo imaginamos lo que vivimos, según las propias experiencias, lo que da el peso a la subjetividad.

A lo sumo, las personas que nacieron en 1948 y tuvieron padres que estaban inmersos en el 9 de abril de ese año, crecieron en Colombia en el imaginario de los significantes de la  decepción, la traición, el odio, la imposibilidad, la impotencia, el rencor, que tronaron la violencia.

Lo que los padres de la generación del 48 le legaron a sus hijos, es un poco el país en el que hemos vivido.  Un país donde la violencia volvió a estallar en 1988, repitiéndose, pero con las particularidades propias que aun nos cuesta aceptar.

Para 2018, quienes hacemos parte del lugar consciente de nuestro imaginario, nos enfrentamos a otro momento de verdad.

Las generaciones del 48 ya habían superado la Segunda Guerra Mundial, pensando que por haber terminado y empezar a vivir el florecimiento que surge después de todo fin de una guerra, ya no iba a volver a existir algo tan inenarrable y desolador para la faz de la tierra.

El ser hablante, el sujeto del lenguaje, en una palabra conocida por todos los imaginarios, el hombre, una vez da paso a un acto, repite.  Construido el significante “Segunda Guerra Mundial”, solo resta esperar su consecutivo.  Así como “La Violencia en Colombia” ha marcado el hito para que los colombianos tengamos que vivir paralelo algunos, y otros inmersos, en la violencia que no cesa.

2018 tiene en juego, en el imaginario político de los colombianos, la ilusoria idea del cambio, haciendo creer que el cultivo de aguacate dará los réditos a la economía, que el petróleo no.  Un ciudadano incauto puede ser timado, más cuando no busca representación, sino salvación.  Del otro lado de la contienda, tampoco están los salvadores, se hallan algunos de los que maximizaron la tarea de los perpetradores del mal, aunque los perpetradores hicieron mucho mal y no lo quieren asumir.

El mundo, el mundo vuelve a revivir tensiones entre los mismos colores que por percepción y experiencia nos dividen: azul y rojo.

Un imaginario que viene desde los orígenes de las construcciones de los estilos de pensar, cuando se descubrió el color de la sangre y algunos estimaron que lo que corre por sus venas es azul, por ser descendientes de lo que nunca se ha podido comprobar a ciencia cierta.

EEUU y Rusia tejen la repetición de los significante para el mundo, que en Colombia estamos debatiendo en las elecciones del poder nacional, de la  decepción, la traición, el odio, la imposibilidad, la impotencia, el rencor, que aturden la violencia cuando se percibe el imaginario a partir de las palabras azul o rojo de la sangre.

Twitter: @MARCOS_V_M