Superar la soledad, una ineludible tarea para forjar una marca personal

Opinión / Por: Marcos Velásquez.


#Opinión / Por Marcos Velásquez

FOCUS

Enfrentar el mercado laboral en una sociedad de mercado, sobrecoge dos sensaciones: sentirse solo y confiar en lo que uno sabe hacer.

Si la sensación de soledad abraza el espíritu, uno queda petrificado, lo que deviene en la perdida de confianza en sí mismo.  Ello hace que uno piense en buscar seguridades, para que la angustia no haga estragos psíquicos o físicos en uno.

Esto sucede en tres oportunidades.  Cuando uno culmina un proceso de formación académica, ya sea técnica, profesional o de posgrado y no está trabajando.  Cuando uno está trabajando y descubre que se ha quemado en el trabajo.  Cuando uno es despedido del trabajo en el que se encuentra y no contaba con tal de repente.

Lo usual es que al estar en procesos de formación (estudiando), o al estar trabajando, la mente se encuentra ocupada en cosas ajenas a uno.  Está recibiendo información, o está resolviendo las instrucciones diarias.

Eso instaura en la persona una rutina que adormece el espíritu, el espíritu de la defensa, del cazador.  Lo cual lleva a quien se encuentra en dichas posiciones pasivas, a sentir que su mundo es lo que está viviendo y no le permite reconocer que el mundo depende, no de lo que hace, sino de lo que piensa.

Decir que somos seres pensantes, es reconocer que pensamos gracias a que nos abordan las palabras.  Que ellas se encargan de construir el sentido de nuestra realidad psíquica.  Como tal, se ha de reconocer que una cosa es la actividad física y otra la psíquica.  La física depende de las instrucciones que damos para ejecutar la tarea, mientras que la psíquica depende de las palabras con las que nutrimos nuestros pensamientos.

La formación, más que nutrir nuestro pensamiento, adiestra al sujeto para que haga algo, lo que lleva, la más de las veces a confundirnos en la disímil labor de hacer y pensar, agotando el pensamiento en la ejecución de la tarea.

Por ello, cuando un sujeto termina su formación, se siente quemado en el trabajo o es despedido, llega a sentir que está más que solo, dado que llegó a pensar que él es lo que hace y no puede reconocer que es lo que piensa, gracias a que solo piensa su realidad a partir de lo que hace.

Dicho estilo de pensar procura en la realidad psíquica de quien así se encuentra, la imposibilidad de creer en sí mismo, debido a que su seguridad está puesta en el reconocimiento que el otro hace de la ejecución de su tarea, y no en la fuerza que tienen sus pensamientos, independiente de la ejecución de la tarea.

Lo que menos se enseña en la cotidianidad de la formación en nuestro medio, es a pensar por sí mismos, lo que se puede leer como creer en nuestros pensamientos, a consecuencia de que la instrucción consume todo el tiempo y esta está dirigida por alguien que ostenta el saber, quien casi siempre se encarga de asumir que es el único que sabe, cuando probablemente solo sabe impartir la instrucción, pero de manera paradójica, no sabe ejecutar la labor.

Quien confía en lo que sabe hacer y es capaz de reconocerlo por sí mismo, tiene la disciplina de nutrir su pensamiento, más allá de la repetición de la instrucción recibida.  Pensar por uno mismo fortalece el espíritu, y aunque se esté solo o en un mercado incierto, la creencia en lo que uno sabe hacer permite ahuyentar la angustia.

En un mercado laboral que no ofrece garantías, salvo las de ejecutar la instrucción hasta que la organización lo estime oportuno, todos los que piensan como empleados siempre estarán solos y carcomidos por la angustia.  Por ello, nutrir el espíritu, leer literatura que fortalezca la capacidad de creer en sí mismo, o apreciar películas que empujen a reflexionar sobre el estilo de pensar, es un primer paso para asumir la confianza que la formación no da.

Sin embargo, lo más cercano a creer en uno y no sentirse solo, es tener la convicción de saber qué sabe hacer uno, sin necesitar que el otro se lo reconozca.  Dicha convicción permite que uno practique su hacer sin dejar de nutrir los pensamientos con las palabras oportunas para que la fe abra los caminos que el mercado esta requiriendo pero los consumidores no han podido apreciar.

Twitter: @MARCOS_V_M